martes, 18 de junio de 2013

FUEROS, fundamento de la ¿Unidad?... UNIÓN española

El socialista catalán Pere Navarro, con sus críticas en recientes días pasados de este mes de junio al Concierto y al Convenio Económico de Euskadi y Navarra con el Estado español, tachándolos de privilegios insolidarios ha vuelto a poner sobre el tapate de la mesa de juego político el nunca bien resuelto contencioso, de la constitución Foral de estos territorios en su unión a la Corona española.

Los Señoríos Vascongados, desligados a partir del s. XIII del ámbito de la Corona de Navarra, reconocieron en 1200 como su Rey al de Castilla pero... con la condición de que se sometiera, respetara y mejorara el régimen separado, Foral, respecto de su Reino de Castilla; el Rey, pues, gobernaba con administraciones diferentes y distintas su Reino y los Señoríos Vascongados, mediante las instituciones propias de cada uno, sin injerencia de uno en los otros.

Navarra era en el s.XVI un Reino del ámbito francés, con propiedades desde el Golfo de Vizcaya hasta Cataluña que, extendiéndose desde el Sur de Francia, a caballo de los montes Pirineos, entraba en España de cuña entre los Reinos de Castilla y Aragón, lo que incomodaba a los intereses de los Reyes Fernando e Isabel, a la sazón enfrentados al Rey de Francia.



Con pretextos engañosos acerca del peligro de verse atacado por el Rey de Francia, el de Aragón consiguió del navarro, Jean d´Albret, permiso para establecer tropas en Navarra; así las cosas, ostentando una falsa bula del Papa permitiendo atacar al protestante rey navarro, utilizó el aragonés las tropas acuarteladas en Navarra para conquistar en 1515 el Reino que tanto ansiaba.

Capitán de las tropas asaltantes, al mando del Duque de Alba, era Iñigo de Loyola herido por una bala en la toma de Pamplona.
Contra la invasión española, cayeron en defensa del castillo de Amaiur los tíos y hermanos de Françesc Jaso Azpilikueta conocido más tarde como Francisco de Javier.
Así tomada por la fuerza, Navarra  pactó con el Rey castellano-aragonés aceptarlo como Rey de Navarra, siempre que jurase conservar y mejorar Navarra como Reino y sus instituciones separadas y distintas de las españolas. Navarra aceptaba así la Corona, el Rey, de Castilla, pero no quedaba asimilada o diluida en Castilla: era el Rey el que ostentaba las dos Coronas. Navarra seguía siendo reino "primus inter pares" en igualdad de rango.

Navarra fue reino hasta 1841 en que, tras violencia militar (Guerras Carlistas) y jurídica (Contrafueros de todo tipo) fue convertida en provincia española al serle aplicada la primera Constitución española, la de Cádiz, de 1812.
No obstante, exigió para la unión no ser considerada una provincia española más, sino Provincia Foral, conservando su independencia administrativa, diferente y distinta de la española. Así se pactó y así sigue siendo hasta nuestros días.

La Foralidad, así como el Pacto del Cupo Económico que como miembros de la unión a España han de aportar las Provincias Vascongadas y, en el futuro también Navarra, es un tema recurrente en el ámbito español porque, mientras en España se las concibe integradas a la unidad de España, nosotros pactamos nuestra unión al Estado español. No se trata, pues de una integración en el sentido de unidad, dilución o asimilación, sino de una unión pactada entre libres y diferentes en un ente común, el Estado, conservando cada cual su administración propia y diferenciada.

Los Territorios Forales, aun siendo Estado español, no son España misma ya que constituyen un ámbito administrativo distinto de un Pueblo diferente con tradiciones, costumbres e idioma distintos.
Lo cual, a lo largo de la historia y de la convivencia, está en riesgo de ser perdido de vista incluso de modo tendencioso e interesado. Aun en la misma Euskal Herría no pocos creen vivir y estar gobernados en unas provincias españolas más, incapaces de distinguir estos Territorios de Régimen Privado, Foral, de las provincias españolas o de Régimen Común.

Esto se ha repetido en el actual Estado de las Autonomías que pretende tratar de igual manera a los Territorios Forales Autónomos que a las Regiones autonómicas españolas, sin la debida y adecuada respuesta de nuestros gobernantes que han venido a perder la realidad perdurable a lo largo de la historia de que la unión en el Estado español de los Territorios Forales se materializa por Pacto entre las dos Administraciones: española y forales. Pacto por el que el Estado se obliga a amparar y respetar la constitución Foral de la administración propia de estos Territorios y éstos se obligan a la fidelidad a la Unión del Estado y al buen estado de la Unión.

El incumplimiento, la abolición por parte del Estado, del Convenio y del Concierto dejaría a Euskadi y Navarra libres del compromiso de la Unión.
Sin embargo, el Estado, de hecho, sibilina y permanentemente, ha ido imponiendo su criterio uniformista; de ahí que estos Territorios vean en su independencia el remedio para sus males.
Curiosamente, el medio más inmediato y legal para alcanzar la tan ansiada independencia sería que el Estado rompiera el Pacto suprimiendo unilateralmente el Concierto y el Convenio con Navarra y Euskadi.

Podemos ver que la línea transversal de la historia de los Territorios Forales es la de preservar su personalidad e independencia sin detrimento de su unión y solidaridad con otros pueblos y estados, siempre que éstos sean respetuosos con la singularidad Foral.

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