miércoles, 29 de mayo de 2013

HOMOSEXUALES: ¿Matrimonio? o... BODA

La condición Homosexual no es bien entendida en la sociedad. Sus muestras y vivencias causan desde mofa y sonrojo, hasta rechazo, marginación y persecución.

En la actualidad los medios de comunicación nos están ofreciendo las trifulcas que contra los homosexuales se vienen sucediendo en distintos lugares.

Los mismos Homosexuales no acaban de encontrar el espacio que les corresponde; unos sufren y padecen en silencio su propia condición; otros, la afrontan de manera provocadora y vindicativa; el resto, parece convivir con ella sin notables dificultades.

En el fondo, tradicionalmente y hasta tiempos recientes, la Homosexualidad ha tratado, tanto por parte de los propios homosexuales, como por la sociedad, de ser ocultada, de hacerla invisible a pesar de ser una REALIDAD HUMANA presente en la vida diaria.

Cierto que siempre hemos conocido chicos y hombres hechos y derechos que nos han llamado la atención por su concepción estética, sus detalles, finura y atención exquisita.
También de otros hemos observado y comentado que "tienen pluma" por un excesivo amaneramiento en sus modos, maneras y decires, pero no me había parado a pensar más allá de la gracia que tienen.
Entre las mujeres, al menos para mí, la homosexualidad, hasta hace relativamente poco, me ha sido prácticamente invisible, aunque sí había observado lo pródigas que, en algunas, son sus manifestaciones afectivas, lo cual no quiere decir que fueran siempre de carácter homosexual.
Sin embargo, hoy en día, se ve el lesbianismo en plena calle con claridad pues no se recatan en mostrarlo; creo que incluso alardean, si no es una mera provocación.



En nuestro entorno de Euskal Herria no es fácil encontrar manifestaciones de afecto homosexual entre varones como he visto en otras latitudes; algo, quizá, se ve entre chicas.
Pero cuando se ve a dos chicas y, sobre todo, a dos chicos con excesivo entusiasmo afectivo, choca muchísimo, e incluso se producen manifestaciones de rechazo e intolerancia de la gente.
A mí no me molestan más que, o me molestan tanto como, las parejas de novios que se besuquean y "amuñuñan" sin recato ninguno a la vista de todos. Me desagrada igualmente; lo considero una falta  de respeto, de intimidad, de delicadeza de uno hacia el otro y de los dos hacia mí, hacia los demás.

La Homosexualidad se ha hecho más real y visible, de modo incluso beligerante "frente a" la sociedad, mediante provocativas reivindicaciones callejeras, de algunos de sus colectivos, al amparo de la exaltación (-no ya de la Libertad como virtud al servicio de la dignidad del Hombre, sino-) de "las libertades" como liberación de toda imposición y control, propugnada por el neoliberalismo posmodernista.
Ha puesto de manifiesto sus reivindicaciones en la sociedad, pero de una manera poco seria, poco digna, burda, diría yo, a través de manifestaciones, algaradas y comitivas festivo-reivindicativas que han pretendido más provocar con antivalores y figuras esperpénticas que hacer visible la dignidad de su condición.

Es una pena porque, a mi modo de ver, no lo han sabido hacer con la dignidad, finura y elegancia que era de esperar del espíritu estético de la homosexualidad.
Da la impresión, la triste impresión, de que la puesta en escena, la llamada de atención, ha quedado en manos de colectivos de zafios y marginados, no por ser homosexuales, sino por eso..., por zafios, viciosos y marginados.

La realidad es que por unos o por otros, de una u otra manera, se han hecho ver y han puesto en evidencia sus necesidades y carencias.
El fallo es que en sus reivindicaciones no saben reclamar espacios o instituciones adecuadas a sus características e idiosincrasia y sólo se han fijado en lo que la sociedad heterosexual se ha dotado, reivindicándolo para sí mismos, sin fijarse se era lo adecuado a su condición o debían dotarse de instituciones propias, o... adaptadas.

Me refiero, en concreto a la institución del MATRIMONIO.
Es un hecho que, así como los heterosexuales sentimos la atracción y nos enamoramos y queremos proyectar nuestra vida en común con alguien del sexo "opuesto", mejor..., complementario, la población homosexual siente las mismas inclinaciones e ilusiones respecto a personas de su mismo sexo.
Debiéramos todos entender que la tendencia homosexual es algo que se da  en el ser humano de modo tan natural como la heterosexual.
No voy a entrar en el debate de si por anomalía de la naturaleza o de cuál es su causa.
¡Es una realidad!; y no tiene por qué ser una perversión, aunque se den perversiones, de la misma manera que hay perversiones de las relaciones heterosexuales.

El hecho de que sea minoría la tendencia homosexual, no tiene por qué ser rechazada y, menos aún, condenada y perseguida.
Corresponde, pues, a la Sociedad dar cauce a sus aspiraciones al desarrollo en plenitud de  sus potencialidades; y al colectivo homosexual discernir y dotarse de los cauces e instrumentos adecuados a su condición, en lugar de atribuirse miméticamente, sin adaptación ninguna, los que se dotaron los heterosexuales.

Ante la homosexualidad como realidad humana, la Sociedad está llamada, en función de su buena organización, entendimiento y buena marcha, a dar cauce al amor de dos personas del mismo sexo que apuestan por un proyecto de vida estable en común, compartiendo afectos, proyectos y auxilio en la vejez.
Pero a esta asociación o unión, no debe llamarse matrimonio.

Sin embargo, los homosexuales reclaman su derecho al MATRIMONIO, su derecho a CASARSE como lo hacen los heterosexuales y lo hacen sin una esencial autocrítica, lo que provoca el desconcierto, la protesta y el rechazo de buena parte de la Sociedad.

Los homosexuales tienen derecho a organizar su vida en compañía del ser querido, a su unión estable con la persona que aman para hacer realidad un proyecto de vida en común.
Pero es preciso enmarcar este proyecto mediante una TERMINOLOGÍA que designe, digna y fielmente, la clase de vida en común de que se trata..., distinta y diferente de la dinámica y finalidad del matrimonio.

No puede llamarse matri-monio:
  • Porque no hay posibilidad de maternidad.
  • Porque matrimonio hace referencia, tradicional y clásicamente, a la función u oficio materno como es la concepción, gestación y parto de nuevos seres humanos. Función que no es excluyente, pues puede no haber hijos en el matrimonio; ni exclusiva, pues una madre puede dar a luz hijos, en contextos jurídicos diferentes (Pareja de Hecho, etc.) fuera del matrimonio. Se me dirá que entre las mujeres homosexuales puede desarrollarse la maternidad mediante inseminación: pero ello nos aparta del tema pues no es consecuencia de su relación sexual de pareja, sino de manipulación e inseminación cigótica, supuesto en el que se encuentra cualquier mujer sin pareja, casamiento, ni matrimonio, que desee ser madre.
  • Porque matrimonio hace referencia a la unión, al encaje, al "casamiento" de dos géneros: masculino y femenino; de dos personas: mujer y varón.
No pueden llamarse casados:
  • Porque únicamente se da casamiento, encaje de dos elementos si son heterogéneos y, además, complementarios
  • Porque entre homosexuales no hay casamiento, encaje, posible de géneros. Sólo es posible una yuxtaposición. El hecho de que tengan actividad genital no es asimilable a la actividad sexual de dos sexos complementarios.

Pero..., sin embargo..., entre homosexuales sí encuentro una terminología y un medio que reflejen y definan fielmente la institución que dé cauce formal y legal a su proyecto de vida homosexual en común: BODA, y sus efectos: Enlace, Unión.
La BODA es el ritual, civil o religioso, que entre heterosexuales da cauce al MATRIMONIO de los casados.
La BODA podría ser también el ritual, civil o religioso, que entre homosexuales diera cauce a la UNIÓN de los enlazados.

No es propio llamar a la boda de los homosexuales "matrimonio", pero sí Unión.
No es propio que se consideren "casados", pero sí Enlazados, Unidos.

Entre homosexuales es posible, pues, constituir un hermoso núcleo familiar.
Este proyecto de vida homosexual en común, en base al amor, entiendo que tiene base familiar suficiente para acoger y promover en su seno la educación y crecimiento de criaturas adoptadas, del mismo modo que cuando se trata de personas viudas, e incluso solteras.

La falta de la figura de un padre o una madre -según el enlace de que se trate- no va en contra de la seguridad, educación y crecimiento de ninguna criatura.
Habrá quien se oponga a estas uniones o enlaces homosexuales apelando a la inconveniencia que pueda resultar para las criaturas las manifestaciones y actos homosexuales de las parejas.
Pero pienso que las relaciones sexuales de la pareja, en cualquiera de los supuestos homo o heterosexuales, deben ser de la dignidad y discreción y de ámbito tan privado que quede a salvo la inocencia de las criaturas en cualquiera de los casos.

Mis devaneos acerca de la homosexualidad, desde el punto de vista cristiano, dan como resultado que no conozco condena alguna por parte de Jesús de Nazaret sobre el amor homosexual, tan conocido en la sociedad de su tiempo; sin embargo, los Evangelios están impregnados en sus condenas acerca del desamor.

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