sábado, 23 de noviembre de 2013

MATRIMONIO: el SACERDOCIO original cristiano

El matrimonio es el sacerdocio original cristiano en las dos acepciones de original: en cuanto fontanal e inicial y en cuanto típico y propio.
En la comunidad de Jesús no hubo sacerdotes; ni él mismo lo fue. Todos ellos eran judíos.
Las primeras comunidades cristianas fundadas por Pablo dieron la impronta al cristianismo. En ellas, aunque hubo un rudimentario ritual en torno a la celebración de la Cena, no hubo sacerdotes.
La Comunidad se congregaba en nombre de Cristo en torno a matrimonios que acogían y velaban por el buen desarrollo de la asamblea y de la celebración eucarística, es decir, de acción de gracias conmemorando La Cena.

Eran los matrimonios, en muchos casos las mujeres, quienes en la Asamblea leían las cartas dirigidas por los Apóstoles y quienes amonestaban y mantenían el espíritu de la Comunidad cuando no eran los mismos Apóstoles los que presidían la Asamblea.
Con posterioridad y por el crecido número de Comunidades se nombraron Epíscopos (epi-scopeos = supervisores) entre los que ya no hubo ninguna mujer.

Los sacerdotes son algo extraño a la Comunidad cristiana. Es una figura introducida, al estilo de las religiones paganas, por el Emperador Constantino al declarar el Cristianismo religión del Imperio: un solo Emperador; un Imperio; un solo Dios; un templo, el cristiano; un solo Sacerdocio.

El Matrimonio es el ámbito cristiano donde varón y mujer son, al modo de Cristo, sacerdotes y ofrendas a la vez. Es donde se celebra y se hace vida el amor: amor sacrificado, compartido, desinteresado y fecundo.
Es la Iglesia doméstica, célula cristiana donde el matrimonio sacerdotal y misionero inicia, anuncia, celebra y propaga la fe.

lunes, 18 de noviembre de 2013

LA MUERTE... ¿por qué?



Hace hoy un año que murió mi hermana "Fefa". Y la vivo cerca; murieron también en distintos tiempos mis padres y también los siento cerca... Otras personas que influyeron en mi vida siguen a mi lado después de muertas... Jesús de Nazaret es el muerto más vivo e influyente para mí. ¿Qué, pues, es la muerte?

La muerte es una realidad que a todos nos afecta. Es, como suele decirse..., lo único seguro.
Es algo, sin embargo, que en nuestra cultura materialista de la posmodernidad se quiere ocultar..., de lo que se evita hablar..., que produce desazón y temor.
Sin embargo, por ser algo inevitable, cierto y real, es por lo que hay que hablar de ello; para conocerlo. El silencio, el ocultamiento, produce ignorancia y ahonda el temor.
Si habláramos de la muerte, si la conociéramos llegaríamos a comprenderla y mirarla incluso como nuestra amiga.
Pero en nuestro imaginario sobre la muerte pueden demasiado las tradiciones aportadas por la literatura, los mitos..., las costumbres de carácter más desolador que esperanzador.

La muerte es un fenómeno fisiológico necesario para la vida.
Porque aquello que VIVE, aquello que ES, ya no podrá dejar de ser y de vivir. De otro modo, no es vida.
La muerte no es sino una crisis de crecimiento.
Por eso, nadie muere en la muerte...: porque en la muerte nadie deja de "ser"..., aunque sí deja de "estar"... de "esa" manera.
Dejar esa manera de vivir es morir a esa manera.
La muerte es un proceso de la vida para poder seguir viviendo...; porque la vida no es un estado permanente y estático, sino un proceso de crecimiento y perfeccionamiento.
Para ello es preciso dejar de estar de un modo para alcanzar otro modo, otro estadio, superior.
Ese dejar de estar es a lo que llamamos muerte. Pero dejar de estar no es dejar de ser.
Los que de entre nosotros dejan de estar se nos presentan "muertos"; pero muertos a esa manera, a la nuestra; aunque no por ello dejan de ser, de vivir de otra manera.