lunes, 18 de noviembre de 2013

LA MUERTE... ¿por qué?



Hace hoy un año que murió mi hermana "Fefa". Y la vivo cerca; murieron también en distintos tiempos mis padres y también los siento cerca... Otras personas que influyeron en mi vida siguen a mi lado después de muertas... Jesús de Nazaret es el muerto más vivo e influyente para mí. ¿Qué, pues, es la muerte?

La muerte es una realidad que a todos nos afecta. Es, como suele decirse..., lo único seguro.
Es algo, sin embargo, que en nuestra cultura materialista de la posmodernidad se quiere ocultar..., de lo que se evita hablar..., que produce desazón y temor.
Sin embargo, por ser algo inevitable, cierto y real, es por lo que hay que hablar de ello; para conocerlo. El silencio, el ocultamiento, produce ignorancia y ahonda el temor.
Si habláramos de la muerte, si la conociéramos llegaríamos a comprenderla y mirarla incluso como nuestra amiga.
Pero en nuestro imaginario sobre la muerte pueden demasiado las tradiciones aportadas por la literatura, los mitos..., las costumbres de carácter más desolador que esperanzador.

La muerte es un fenómeno fisiológico necesario para la vida.
Porque aquello que VIVE, aquello que ES, ya no podrá dejar de ser y de vivir. De otro modo, no es vida.
La muerte no es sino una crisis de crecimiento.
Por eso, nadie muere en la muerte...: porque en la muerte nadie deja de "ser"..., aunque sí deja de "estar"... de "esa" manera.
Dejar esa manera de vivir es morir a esa manera.
La muerte es un proceso de la vida para poder seguir viviendo...; porque la vida no es un estado permanente y estático, sino un proceso de crecimiento y perfeccionamiento.
Para ello es preciso dejar de estar de un modo para alcanzar otro modo, otro estadio, superior.
Ese dejar de estar es a lo que llamamos muerte. Pero dejar de estar no es dejar de ser.
Los que de entre nosotros dejan de estar se nos presentan "muertos"; pero muertos a esa manera, a la nuestra; aunque no por ello dejan de ser, de vivir de otra manera.



Todos conocemos el fenómeno de crecimiento del cangrejo, de la culebra...; dejan su pellejo viejo porque les resulta pequeño, inservible para su vida adulta. A nadie se nos ocurriría decir que esos restos son de un animal muerto, sino vivo y bien vivo gracias a ello.

Podemos pensar que es un argumento trampa. Que es muy gráfico pero inexacto, porque en algún momento nos encontraremos a ese animal muerto, muerto de verdad, sin posibilidad de seguir cambiando... se acabó: ahí está él, el animal, y no sólo su pellejo... bien muerto.

Pero es que ese mismo aparente "punto y final" de la vida nos está indicando, a través de todo el proceso de crecimiento y metamorfosis de la vida como metáfora, que ese punto no es el final; sino un punto y seguido: una vida en otro estado diferente al de nuestro punto de vista presente aunque oculto a nosotros.

¿En qué me baso? En la vida misma... ¡Veamos!
Desde que nacemos estamos sometidos a continuas muertes, regeneraciones y crecimientos: ¿Nuestro aspecto físico es el mismo cuando fuimos un bebé... un adolescente... un joven... un adulto... un anciano? Ciertamente, no
Podemos decir que hemos muerto, aunque no repentinamente, a todas nuestras etapas anteriores. Incluso contemplando una misma etapa ¿No cambiamos todas nuestras células, todos los componentes orgánicos cada cierto tiempo? Somos "el mismo" pero no "lo mismo": morimos en nosotros mismos para poder vivir y ser el mismo.
Pero nuestro error es que nosotros nos contamos entre los vivos, desde que nacemos hasta que morimos... y eso no es así.

Antes de vivir hemos estado vivos en el seno materno...; si habláramos desde la experiencia de vida uterina, tendríamos la experiencia de la muerte al contemplar los restos placentarios inertes abandonados por el hermano que ya no está entre nosotros...; daríamos por muerto a quien se encontraba ya entre los que en el exterior se llaman "los vivos".
Así, pues, si hemos tenida una vida antes de nacer ¿Por qué no pensar que seguiremos estando vivos después de "muertos"... que hay otra vida tras la muerte?

Hay un principio físico universal que reza:
"La energía ni se crea ni se destruye; sólo se transforma"
¿Hay acaso una energía más auténtica, real y viva que la vida misma? Luego la muerte no es el fin de la vida, sino el inicio de una vida nueva, transformada.

Otro argumento es el religioso:
Si la Creación toda es obra de Dios, no puedo pensar que ha hecho tanta maravilla para ser destruida; la Creación es el amor de su vida y la cuida y la mantiene. Es la propia energía vital y creadora de Dios por la que somos y existimos y... la energía es eterna.
Los cristianos, la vida tras la muerte nos la representamos como "resurrección".


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