viernes, 15 de febrero de 2013

CRISTO y el Culto a Dios

Incluso para negar su existencia, la idea de Dios preside la mente humana.
Ello le lleva a establecer una adecuada relación con Dios y a reconocerlo en los diversos modos en que Dios se le hace presente.

Aunque Dios es, en sí mismo, incognoscible para el Hombre, en sus Manifestaciones, es reconocible.

A pesar de todo, ¿Quién puede, con fundamento, decir nada acerca del SER de Dios?
Es más fácil decir qué NO es. Sin embargo, Dios no es un desconocido al Hombre: se le da a conocer.

Dios, cuando se da a conocer al Hombre, no se auto-revela en su SER, tal y como Él se conoce; desbordaría las posibilidades humanas de comprenderlo.
Por eso, en su Sabiduría y Amor, Dios se manifiesta al Hombre mediante categorías e imaginarios humanos. Es, por tanto, pretencioso, cuando no absurdo, confundir el imaginario y las categorías humanas en las que Dios se Manifiesta, con el SER-MISMO de Dios.

Es por ello muy pretencioso, además de confuso, definir a Dios UNO-EN-SU-TRINIDAD valiéndonos, o basándonos en las interpretaciones que de las Manifestaciones (Teofanías) de Dios hacen los Escritos Sagrados.
Los Escritos Sagrados de la Biblia Hebrea (Primer o Antiguo Testamento) nos narran las distintas Manifestaciones en que Dios se hacía presente: mediante Ángeles; como Espíritu; como Palabra; como Sabiduría. La Literatura Sagrada les confiere incluso carácter personal, aunque nunca son tenidos como Dios-mismo.

La Biblia Cristiana (Segundo o Nuevo Testamento) reconoce en Cristo la Manifestación de Dios, con carácter más personal de la Historia, en Jesús de Nazaret. Por eso, los atributos divinos de Palabra y Sabiduría de las manifestaciones bíblicas de Dios se reconocen en la persona de Cristo.

Palabra, Sabiduría, Espíritu, Cristo, son DEIDADES, Teofanías, Manifestaciones  de Dios, pero no Dios-Mismo.
Aunque en ocasiones, muy escasas, los escritos apostólicos y evangélicos dan el sobrenombre de "Dios" a Jesús, es denominación común para quienes, por su relevancia social, eran considerados elegidos de Dios; son muchas más las referencias que se hacen distinguiendo a Jesús del Dios de Jesús.

¿Es CRISTO objeto de culto divino?
El Culto y la Adoración únicamente le son debidos a Dios.
Los primeros cristianos, reunidos en Comunidad para rememorar la Cena, no consta que tuvieran intención de rendir culto a Cristo: Cantaban Salmos a Dios, Leían las Cartas Apostólicas y, en un acto de cena comunitaria, repartían el pan y el vino en memoria de La Cena Pascual, la última de Jesús. Ya no como cena pascual judía, sino de Pascua de Resurrección Cristiana.
Como Religión del Imperio, a partir del s.IV, Constantino reconoció al Cristianismo, por su capacidad pacifista y respetuosa con la autoridad instituida, como un valor añadido a la unidad y cohesión del Imperio: Un Emperador, un Imperio, una Religión, un Templo, unos Sacerdotes, un Dios: Cristo, prohibiendo y persiguiendo cualquier otro dios y culto.
La Iglesia presenta actitudes confusas:
  • La celebración litúrgica de la Eucaristía, "la Misa", es, ciertamente, un acto de "Culto a Dios": Las oraciones van dirigidas a Dios. Jesús, Cristo, es el Mediador: "A ti Dios Padre... por Jesucristo nuestro Señor".
  • Sin embargo, la Consagración tiene caracteres de culto y adoración a Cristo como genuino Dios Cristiano, ante quien toda rodilla se dobla... (Tras el Concilio, con más coherencia, permanecemos respetuosamente en pie). De manera que la conmemoración de LA CENA por la Comunidad de Jesús, se ha convertido, mediante la Consagración, en un ritual cultual y sacerdotal a Cristo-Dios.
  • El Sacerdocio de Cristo, -a su vez Víctima del Sacrificio Eucarístico- y el Sacerdocio de la Comunidad Celebrante, están suplantados y desfigurados por la actuación (intromisión) de un sacerdocio eclesiástico a todas luces fuera de contexto. Convierte la Asamblea de la Comunidad reunida con Jesús ante el Padre, en un acto litúrgico de una Religión Sacerdotal de Cristo. En la que el Sacerdote es el eje en torno al que gira la actividad eclesial apostólica y litúrgica, quedando  la Comunidad convertida en pueblo (rebaño) obediente y fiel, despojado de toda iniciativa, protagonismo y  responsabilidad apostólica y litúrgica. Con la falta de vocaciones sacerdotales quizá Dios esté reconduciendo su Comunidad reclamando nuestro compromiso cristiano.
  • Los Templos, las iglesias, no albergan al DIOS Creador y Padre, como sería de esperar, sino a su ManifestaciónCristo, a quien se rinde adoración en el Sagrario como a Dios Cristiano.
Es lícito pensar si no se habrá producido en la Iglesia una cristolatría al levantar Templos para Cristo, adorarlo en el Tabernáculo... en definitiva a una Manifestación de Dios en Jesús, en lugar de hacerlo a Dios mismo.
Pienso que, si Jesús hubiera querido fundar una nueva Religión distinta al Judaísmo y hubiera querido un Templo, lo hubiera construido para su Dios y Padre; no para sí mismo.

Nosotros, sus, deficientemente, seguidores, en vez de dedicar nuestra vida y empeño a continuar su obra de establecer el Reinado de Dios en nuestra sociedad, lo hemos metido en el Templo y le adoramos como nuestro Dios y Salvador. De este modo, podemos vivir tranquilos en nuestra mediocridad.

Cristo es Luz del Mundo, no para brillar por sí mismo, sino para enfocarnos a Dios.
¿Por qué exaltar tanto y adorar divinizando al Mensajero y, por su explendor, tener tan en segundo plano y oscurecido a Dios mismo quien nos lo ha enviado?
Es algo así como maravillarnos por el haz de luz que ilumina una obra de arte y perder de vista la obra misma; en este caso Cristo es el haz de luz que nos ilumina y hace visible a Dios, pero... no contemplamos a Dios, sino a Cristo.
Esto es porque estamos ofuscados por otro foco: la Iglesia Sacerdotal de Cristo, que nos enfoca al Mediador, dejando en penumbra a, Dios, quien nos lo envía.
La misión que Jesús nos encargó no fue adorarlo. Sino, ser "sal y luz" del Mundo, no para brillar nosotros sino, como la vela, consumir nuestra vida iluminando el Rostro de Dios.

Somos la Comunidad Cristiana de los Hijos de Dios.
Esto quiere decir que todo ser humano, cualquiera que sea su religión, es HIJO DE DIOS, pero... que somos los Cristianos quienes, en Jesús, hemos experimentado y somos LOS testigos del AMOR SOLIDARIO de Dios.
Amor solidario divino que todo ser humano ha de impartir en la Creación como Hijo de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario