domingo, 25 de noviembre de 2012

DIOS ¿Ausente en el dolor humano?


El título me traiciona; porque no pretendo referirme a la ausencia de Dios en las tragedias humanas sino, precisamente, lo contrario; porque estoy convencido de que Dios vive las tragedias humanas; pero las vive, no desde la corta perspectiva humana, sino desde una sabiduría y potencialidad divinas.
Pero es una realidad que la Humanidad siente sus tragedias desde la impresión del abandono total y absoluto de Dios: si Dios existe ¿Por qué permite ésto; por qué no hace nada? es el grito universal de la Humanidad.

La Humanidad entera reclama conmovida ante las injusticias y tragedias la intervención divina... y clama a Dios. Pero ¿A qué Dios? ¿Cuál es la idea del Hombre acerca del Dios a quien grita su dolor? ¿Qué Dios es el ausente?
Si cuando decimos Dios nos referimos a la Divinidad que externa y lejana al Hombre y al Mundo habita los Cielos impasible al cúmulo de casualidades que han venido a ser el Universo y la vida, evidentemente, ese Dios no está en el dolor humano.
Si cuando decimos Dios nos referimos al Dios, Omnipotente, Creador de cuanto existe, Motor Sabio e Impasible; al Dios justiciero de las acciones humanas, pero que no toma parte alguna en los acontecimientos de su Creación, ese Dios tampoco está, evidentemente, en el dolor humano.

La pregunta es, pues, ¿Hay algún Dios presente en el dolor Humano? ¿Qué Dios es ese? Y la respuesta es: Sí; hay un Dios presente en las tragedias humanas; pero no solamente presente, sino partícipe, implicado, padeciendo ese dolor. Ese es el Dios de Jesús.
Es el Dios crucificado en la cruz de Jesús; es el Dios que grita con el grito de los crucificados del mundo; es el Dios que ama, socorre y se solidariza... en el amor y socorro de los Hombres solidarios.
Es el Dios que no interviene corrigiendo o impidiendo las acciones humanas; sino que aprovecha los aconteceres de la vida, los errores e injusticias humanos para inspirar en el Hombre energías creadoras, solidarias, salvadoras.
Una persona, horrorizada por el dolor ocasionado por una tragedia, se dirigió desolada a Dios: Dios; tu silencio es insoportable ¿Por qué no haces algo? Hija mía, dijo Dios, lo estoy haciendo; te estoy enviando a tí.
Es un Dios que, inmerso en la debilidad se hace humano, para que el Hombre se haga divino en la solidaridad salvadora.

Evidentemente, Dios no está sometido a las debilidades humanas, como lo estaban los Dioses grecorromanos. Pero Dios, como se nos muestra en Jesús, "ESTÁ" en los sufrimientos y alegrías humanas. El filósofo Xavier Zubiri decía algo así: Dios está en la "deidad" de las cosas, por la que las cosas son reales. Las cosas "son" porque Dios está en ellas y, a su vez, las cosas están en Dios. Es una realidad tan real que..., siendo nosotros mismos esa realidad... no la vemos; ¿Acaso ve el pez el mar como algo ajeno; no es el pez el mar mismo? Cuanto ocurre al pez, ocurre en el mar. Dios es nuestro mar: está en nosotros y nosotros en Él. Lo que nos ocurre a nosotros ocurre en Dios.

Lo que no es Dios, es un "poder" que distorsione los aconteceres de la Historia; o manajable por nosotros, un amuleto al que recurrir según nuestras necesidades. Dios es "Alguien" que nos habita y con-padece.
Dios no es un mal padre como aquél que, para que el hijo no se traumatice, concede cuanto le pide y evita cuanto le puede incomodar; tal padre no cria un hijo fuerte y libre.

Dios es el buen padre que acompaña al hijo haciendo oídos sordos a sus deseos..., solícito a sus necesidades y padecimientos; como aquél padre al que el hijo protestaba porque cuando el camino era fácil se veían dos huellas paralelas en el suelo pero, en cambio, sólo había una en los tramos peligrosos; a lo que el padre respondió: esas eran mis huellas pues te llevaba en brazos.
Dios no usa su Poder, Sabiduría y Bondad para modificar las cosas evitándonos los sufrimientos, según nuestras súplicas y ruegos...; no sería buen padre. ¡ Dios grita! desde el clamor de los débiles y marginados, para suscitar y acompañar la solidaridad humana.
Dios, nuestro Dios, el Dios cristiano..., es el Dios Creador y, como tal, tiene un plan. El Plan de Dios es: Que nos hagamos plenamente humanos para, a su imagen y semejanza, llegar a ser divinos.

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