miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿CLASES DE RELIGIÓN EN LA ESCUELA?

Hay una polémica no resuelta y enconada fundamentalmente entre dos concepciones opuestas, representadas por el laicismo y la jerarquía católica, acerca de si se debe o no impartir clases de religión en la Escuela.

Se me dirá: Ahora que está el asunto tranquilo ¿A qué enredar? Tranquilo, sí, pero no resuelto. Es ahora, no cuando las pasiones están encendidas, cuando se puede razonar y formar un criterio aceptable por todos.
Porque, por debajo de esas dos posturas extremas, hay criterios distintos, respetables y hay que hacerlos conciliables.

Unos, confundiendo laico con laicista, desde una postura intransigente y nada conciliadora, defienden que en un Estado Laico no se imparta educación religiosa alguna en sus escuelas.

Otros, sostienen que, en un Estado Laico, no compete a la educación escolar, Pública o Subvencionada, instruir de manera confesional en ninguna religión concreta.

No pocos católicos, con la Jerarquía invocando el Concordato con la Santa Sede, urgidos por el mandato cristiano de instruir a todos los pueblos en el Evangelio, la Buena Noticia de Cristo, reclaman su derecho a educar en los valores cristianos a la población desde su edad más temprana porque ello conlleva formar personas fundadas en criterios y valores elevados y, consecuentemente, ciudadanos responsables y comprometidos en el bienestar del propio Estado.

Pues bien; atendiendo precisamente a esa laicidad del Estado y teniendo en cuenta que hoy la población pertenece a distintas confesiones religiosas, todas ellas deberían tener el mismo derecho a enseñar en la Escuela los fundamentos de su fe.
Pero esta opción, como veremos más adelante, ofrece importantes dificultades.

Un Estado Laico no es el que, por principio, rechaza toda confesión religiosa sino, por el contrario, el que, sin identificarse con ninguna religión en particular, proteje todas por igual pues es derecho fundamental de todo ciudadano, cualquiera que sea su creencia.
En un Estado Laico conviven escuelas de Titularidad Exclusiva del Estado, con escuelas de Titularidad Privada (concertada o no), aconfesionales unas, y plenamente confesionales otras.
La cuestión, por tanto, no es anular la educación religiosa en la escuela Pública y en la privada por Subvencionada, sino cómo hacerla viable en toda la Enseñanza sin que ninguna Religión se sienta privilegiada o marginada respecto a las otras.

Dado que todas las Religiones tienen derecho a educar a sus correligionarios en la fe que profesan, es fácil comprender los conflictos e inconvenientes que hacerlo en la Escuela Pública acarraría: habilitar aulas, horario y profesores exclusivos, etc.; y, de conseguirlo, el que cada Confesión se aislase en su aula sería un obstáculo a la integración y convivencia en el Centro Docente.

Otra cuestión distinta plantearían los Centros Concertados Confesionales.
Teniendo en cuenta que su alumnado también es mixto religiosamente hablando, la enseñanza  y los actos religiosos confesionales padecerían las mismas limitaciones que acabamos de ver en la Pública.
Pero al ser de Titularidad Privada podrían, como actividad extraescolar y libre, dedicar espacio y tiempo, así como educadores y material a sus propias actividades confesionales.
Los centros católicos, y cristianos en general, tendrían, además, una singularidad en cuanto al estilo propio de su "carisma docente" de caracter humanizador -no catequético- (un estilo de vida singular; igual dignidad del varon y la mujer; cosmovisión en relación a la solidaridad y a la función del trabajo como servicio, etc.) plasmado en el Ideario del Centrorespetado necesariamente por todo el alumnado que libremente se inscribiera en el Centro, cualquiera que fuese su confesionalidad religiosa particular.

Entre nosotros, los cristianos, se da la circunstancia de que el Colegio Religioso, sobre todo en ámbitos urbanos, ha sustituido, de alguna manera, a la Parroquia en cuanto a cierta función educativa y celebrativa de la fe comunitaria. Por ello, debemos estar muy atentos a realizar estas actividades en tiempo extraescolar para no avasallar a otros colectivos religiosos del Centro.

Entonces... ¿Qué hacer? ¿Cómo educar a niños y jóvenes como ciudadanos honrrados y de provecho y como creyentes de cualquier credo y confesión?
En primer lugar, la Educación como Ciudadanos responsables y respetables bien podría ser mediante un Texto y Prefesorado adecuados en cada Autonomía.
En segundo lugar, la Enseñanza Religiosa vendría dada mediante la Instrucción en EL HECHO RELIGIOSO por la que todo estudiante conocería las Religiones y Culturas que conforman la Humanidad a lo largo de su Historia. Sería una enseñanza integradora, convivencial y promotora de la tolerancia. Sólo el conocimiento del "otro" provoca la tolerancia, incluso el amor, hacia él.

Caso destacado y aparte es:
La enseñanza o Instrucción confesional de cada Religión. Hay unos ámbitos naturales y muy ricos a este fin:
En primer lugar, La Familia donde se educa y se vive según las creencias y valores.
En segundo lugar La Comunidad que instruye, celebra y vive consecuentemente su fe.
La Escuela no tiene que asumir esta importantísima función, sino como lugar de socialización y convivencia en la tolerancia y armonía de los distintos grupos sociales, étnicos y religiosos.

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