martes, 12 de marzo de 2013

CRISTO: manifestación de Dios en JESÚS

Es tiempo de novedades. Nueva Semana Santa; nuevo Papa; nueva, o renovada, Iglesia.
De todas las novedades, la que más necesito y espero es la más difícil y complicada: una Iglesia renovada.

Una Iglesia libre y pobre de PODER.
Libre de poder temporal; libre de poder espiritual.
El poder temporal se ha ido diluyendo.
El poder espiritual perdura y se mantiene en la pretensión de dominar y controlar las conciencias.
Con la escusa de predicar a Cristo se predica ella misma; con la escusa de mostrar al Salvador, ella misma se declara salvadora.
Con la escusa de poseer a Cristo, como Dios cristiano, se olvida de DIOS, quien lo envía. Ensimismada en el Mensajero, Cristo, no sólo ha perdido de vista al DIOS que lo envía, sino que ha manipulado su mensaje, en el propio beneficio de la Iglesia.



CRISTO no es ni más ni menos que la manifestación de Dios, en Jesús, como AMOR-SOLIDARIO.
CRISTO es el Emisario, Teofanía, o... DEIDAD mediante la que Dios se hace presente al Hombre, no en su divinidad total y absoluta, sino como Amor Compasivo, Solidario, Misericordioso..., no con el ánimo de deslumbrar o apabullar al Hombre, sino para que el Hombre conozca que ha sido creado a su imagen semejanza y sea amoroso, compasivo, solidario, misericordioso: para que el Hombre sea divino.
Y nos viene expresado en el contexto del imaginario de una determinada época y cultura: la greco-romana.

Cada cultura pretende dar sentido al propio SER HUMANO, entendido como personalización de dos realidades que lo conforman y que lo distinguen del ANIMAL: la material y la espiritual.
Dos realidades que le condicionan "en" su interior.

Cada cultura, según entiende esta personalización de la materialidad y espiritualidad humanas, pretende dar sentido a LA VIDA en función de otras dos realidades: su relación personal con la NATURALEZA y otros HOMBRES;  y su relación personal con lo SAGRADO.
Dos realidades que le condicionan "desde" su exterior.

Antes de la Era Axial, desde la aparición del Hombre en la Tierra hasta el año 1000 antes de Cristo, las relaciones humanas se fueron complicando conforme aumentó el número de clanes y tribus de cazadores que se fueron encontrando en los lugares de caza y, más tarde, por los asentamientos de poblaciones, originándose matanzas, llegando la violencia a ser un problema trágico.
Por otra parte, estando a expensas de las fuerzas de la Naturaleza, las adoraban como efectos de violentos Espíritus ofendidos que debían aplacar.
Era una primera conciencia, por un lado, de socialización y convivencia, por cierto, una experiencia muy trágica y negativa; y, por otro, de la existencia de un mundo Sagrado: Numinoso, Terrible y Misterioso perteneciente a los Espíritus.

En la Era Axial, coincidente con el final del Bronce y comienzos del Hierro, allá por el milenio anterior a la Era Cristiana, gracias a la literatura Homérica y Órfica, por ceñirnos a nuestro entorno más próximo -dejando aparte China e India-, la Humanidad que componía el Mundo Helenístico fue concibiendo los conceptos griegos acerca del Hombre, del Mundo y de los Dioses.

Los Dioses, aun siendo muchos, 12 eran los que formaban el Panteón (Pan= todos; Teos= Dios), estaban bajo el dominio del ÚNICO y AUTÉNTICO DIOS: ZEUS.
Por ello, cuando en la cultura Mediterránea se haga referencia a Dios se hará con el nombre de THEOS entre los griegos y DEUS entre los romanos; DIOS, entre nosotros.
ZEUS, engendrado por URANO (Espíritu Cielo) y GEA (Espíritu Tierra), era el Dios de Dioses, el Padre de todos los Dioses y Diosas, y de toda la Humanidad.
De las relaciones de Zeus con Diosas, nacen Divinidades; éstas, cumpliendo su función de enviadas  surcaban los Cielos entre los montes OLIMPO de los griegos e IDA de los troyanos y descendían a la Tierra para, con "Aladas Palabras", inspirar a los Héroes griegos o troyanos según Zeus deseaba orientar las victorias de unos u otros. Siendo severamente castigadas si actuaban por su cuenta y riesgo.
De las relaciones de los Dioses con doncellas humanas nacen los Héroes: salvadores que, inspirados por las Divinidades, dirigen las grandes batallas.

La Biblia Hebrea contempla los mismos esquemas de la literatura griega, con alguna peculiaridad:  Dios se hace presente, se manifiesta también mediante enviados, espíritus en forma humana, Ángeles (Mal´ach, en hebreo; Maleantes en español); se manifiesta también como Atributos Divinos: Espíritu, Palabra, Sabiduría  dirigidos al Hombre (sugieren las "Aladas Palabras" de la literatura griega)  para instruirlo, fortalecerlo y humanizarlo según el Proyecto de Dios. Llegando la Literatura Sagrada incluso a conferir a estos atributos carácter personal, aunque nunca son tenidos como Dios-mismo.

La Biblia Cristiana refleja en su literatura la cultura Helenística a la que pertenece y también tiene su Héroe salvador: Cristo, fruto de la fecundación por Dios de una Doncella humana.
Es el modo sencillo y normal de concebir en aquella cultura la realidad de las cosas y de la vida mediante mitos, hoy extraño a nosotros.
Reconoce como Cristo la Manifestación de Dios en Jesús de Nazaret.
Por eso, los atributos divinos de Palabra y Sabiduría, de las manifestaciones bíblicas de Dios, se reconocen también en Cristo.

Palabra, Sabiduría, Espíritu, Cristo, son DEIDADES, Teofanías, Manifestaciones de Dios, pero no Dios-Mismo.

Cristo, a través de los textos bíblicos, abarca, retrospectivamente, todo el espectro escriturístico: es considerado Profecía cumplida.

Es por eso que: Cristo está PREFIGURADO en el acto de la Creación como Palabra por quien "es" todo cuanto existe; como Luz separando las tinieblas;  como Espíritu que aletea sobre las aguas; que calma la tempestad del mar; que anda sobre las aguas.
Prefigurado también por Adán como Señor de la Creación; por Noé como Salvador de la Creación; como Vida  por los inmortales Elías y Moisés, que le acompañarán en la Transfiguración del Tabor.

El Cristianismo del Imperio constantiniano se irá configurando en torno a Cristo como Dios.
Será, en base a la Biblia Judía y Cristiana, el nuevo Dios cristiano consolidado a través de los primeros Concilios y de la Teología Escolástica y Patrística, bajo la influencia de la Filosofía Platónica, Aristotélica, Socrática, Pitagórica, Cínica, Gnóstica... cuyo imaginario básico, heredero de la cultura Helénica, está constituido por la Literatura de Homero y los Cantos de Orfeo donde se sientan las bases acerca de la intuición de lo Divino (Mitos); del Culto, como relación con la Divinidad (Himnos); de la existencia de vida tras la muerte (Catábasis).

Estando el Cristianismo concebido como Fe en un Dios de la cultura helenística mediterránea, es difícil comprenderlo y aceptarlo, sin tomarlo como un colonialismo extraño, por culturas tan diferentes como las que hay en China, India, África, Oceanía.
Es mucho más fácil de comprender y asumir por cualquier cultura el humanitarismo del Jesuanismo como manifestación de un Dios Amor Compasivo y Solidario en Jesús de Nazaret.

Dios está permanentemente manifestándose al ser humano; las distintas Religiones son fruto de la interpretación humana de esa manifestación divina.
El Jesuanismo no sólo es una ética humana y humanizadora asumible por la Humanidad entera cualquiera que sea su cultura y religión. Es un  nuevo concepto acerca de la divinidad entendida como Don, Entrega, Vaciamiento (Tao... Nirvana)... en favor de la plenitud y realización humana que complementaría los conceptos de las demás religiones, pues ninguna es la poseedora de toda la verdad sobre la divinidad y en todas está parte de esa verdad.

Se trataría de asumir la Buena Noticia de Dios en Jesús, desde la cultura e imaginario de cada cultura.
Una auténtica inculturación de la Fe en el Dios solidario de Jesús según cada religión y cultura.

Si Cristo es Dios verdad absoluta del Dios Trinitario Absoluto, hemos puesto un explosivo en el edificio del Diálogo Interreligioso.

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