martes, 19 de marzo de 2013

Benedicto XVI: Una renuncia PROFÉTICA



Ha pasado ya un tiempo prudencial desde la renuncia de Benedicto XVI para poder valorar el acontecimiento.

Varios eran los motivos que inicialmente se vislumbraban. Sirvan como ejemplo: La edad y su consecuente desgaste vital, queriendo evitar reproducir la penosa imagen de su predecesor; el marcapasos instalado a su corazón, sobrepasado por el exceso de responsabilidad y actividad; el sufrimiento causado por escándalos tan poco edificadores del espíritu cristiano como los de la banca vaticana; el llamado Vatileaks en relación a la publicación de documentos secretos de la Ciudad del Vaticano; las abrumadoras acusaciones de pederastia; la impresionante dificultad con que el Papa, más pensador que gestor, se encontró para vencer la inamovilidad, cerrazón e impermeabilidad del aparato de la Institución vaticana para llevar a cabo cualquier intento de reforma...

Pero no eran esos los verdaderos motivos sino EL PODER. El poder, la autoridad, la falta de auténtica caridad y humildad que, disfrazados de buenos modales, revestidos de purpúrea y dorada simbología, corroía la cúpula de San Pedro.

Una actitud inteligente es no pretender luchar e imponerse apelando a la autoridad papal; encastillaría y enquistaría más las posiciones resistentes. Se hace necesario "hacer un plante": descomponer el sistema de poder... descolocar a los poderosos del sistema y... desde la humildad y fragilidad apelar a la intervención de Dios en sus conciencias.



Así las cosas...:
Una vez más se manifiesta Dios como el Providente y Compasivo. Es Dios quien, a pasar de las limitaciones humanas, lleva su Creación hacia su plenitud y perfección... Y la Iglesia de Cristo no es ajena a esta providencia divina.
Se vale de la inteligencia y valores humanos, facultades divinas en el Hombre, para que éste vislumbre el plan de Dios en las dificultades y errores, reconocidos como signos de circulación que le indican, desde su libertad, el camino a seguir.

Consecuencia:
Un Papa que se despoja: No actúa por Decreto desmantelando el sistema... estableciendo otro nuevo mantenido con decisión y poder.
Él mismo; su misma persona... sus actitudes... son "el cambio". Con él, por su ejemplo, todos vamos cambiando un poco en algo. No se cambia la Iglesia cambiando de jerarcas... es nuestro cambio en la Iglesia lo que cambiará no sólo la Jerarquía, sino la misma Iglesia toda.

La renuncia de Ratzinguer ha sido profética... por eso siempre será el BENEDICTO... el Bendecido.

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