miércoles, 6 de marzo de 2013

SACERDOCIO de la MUJER

El próximo día 8 está dedicado como día mundial de los Derechos de la Mujer.


Me parece oportuno recordar que:

En las Iglesias Católicas Ortodoxa y Romana el sacerdocio es: masculino y célibe.

Masculino porque, al decir de la Jerarquía, en la comunidad discipular de Jesús, los Apóstoles eran varones.

Célibe, porque se consideró que la pasión pura del amor a Dios era superior a la pasión por el amor a la mujer. En el servicio a Dios, la familia está considerada... ¡¡¡"clase de tropa"!!!

El sacerdocio de la mujer es tema frecuente en ámbitos en los que se aspira a adaptar la Iglesia a nuestra cultura y al mundo del s.XXI.
Hoy en día, en que  la mujer está alcanzando en la sociedad cotas de igualdad con el varón accediendo a puestos tradicionalmente considerados "de hombres", es un contrasentido que, en la Iglesia, considerada la comunidad de los "hermanos", de los "hijos de Dios", sea apartada, marginada, de este servicio a la comunidad como si no fuera HOMBRE -aunque no varón-, HIJA DE DIOS.
En el trasfondo de esta reclamación está la igualdad de la dignidad humana, pues Dios creó al Hombre: Varón y Mujer. Es, pues, el Hombre completo (varón - mujer) creyente en el Dios de Jesús el sujeto del sacerdocio, no exclusivamente el varón, sino también la mujer.


Pero LA CUESTIÓN TIENE SU POR QUÉ; hay detrás muchos siglos de historia que pesan en la tradición de nuestra santa y pecadora Institución.

En la Antigüedad Clásica, las creencias religiosas se materializaban en los Templos levantados a las Divinidades en los que oficiaban Sacerdotes y Sacerdotisas; éstas, a cambio de las Ofrendas de los fieles, celebraban la acogida y reconciliación del creyente con la Divinidad mediante Oráculos (adivinatorios o admonitorios) -son famosos los Oráculos de la Sacerdotisa de Delfos- y servicios propios de la Prostitución Sagrada.

Hasta algo después del s.II, en las Comunidades Cristianas herederas del apostolado de Pablo, eran muchas mujeres las responsables de la celebración de la Asamblea de los creyentes en Jesús, rememorando La Cena,  porque se hacía en casas particulares.
El Cristianismo aún no era una nueva religión, no había templos ni existía la figura del sacerdote; era un estilo de vida fundado en la solidaridad; y en la Comunidad, ellos y ellas ejercían la "diaconía", la función del "servicio": Acogida y celebración de la Asamblea de la Cena; atención a los enfermos y necesitados...etc.

Con la expansión del cristianismo, desde el s III, se fue perdiendo el carácter de Comunidad  doméstica y la función de las mujeres en ella.
Adquirió, al modo de las religiones del entorno, el carácter de Religión Cristiana, con un Dios, Cristo, con templos y sacerdotes para su culto.
Nada tiene de extraño que, en estos templos cristianos, rechazaran la imagen de la sacerdotisa, pues podía ser asimilada su función a la de la prostitución sagrada de las sacerdotisas de los templos de los dioses paganos.

En el Cristianismo Imperial -constantiniano de Oriente y romano de Occidente-, el sacerdocio se consideró una dignidad, un poder..., más que un servicio; y en los imperios del mundo la mujer no era nadie.
El Cristianismo fue, así, una religión más... ¿Qué digo?...¡La única verdadera!; y, perdiendo su carácter de "Comensalía abierta" de la Comunidad de Jesús, adquirió la estructura de una Iglesia Sacerdotal, dogmática, excluyente  y jerárquica que adoptó la estructura del Imperio Romano:
Un Emperador (Pontífice), un Senado (Cardenalicio) y unos Gobernadores (Obispos); todos ellos sacerdotes y varones, para gobernar en el Mundo un Pueblo "Fiel", más que creyente, pues de ello podía depender "conservar el pellejo".
En 1815 se constituyó la figuara del Embajador Pontificio (Nuncio)

Hoy, la Iglesia, más que una Comunidad de comunidades cristianas, sigue siendo el gobierno monárquico y varonil de un imperio donde la mujer sigue deslegitimada para gobernar.
Incluso, contraviniendo el espíritu del Concilio Vaticano II, tiene vedado, en la Liturgia, el dar la Comunión y la Lección de los Libros Sagrados, funciones propias del Diácono (varón), lo que, de hecho, no se obedece.
La discriminación de la mujer  es sangrante y antinatural como fe del HOMBRE (varón y mujer) en el Dios de Jesús.

De hecho, una mujer, María Magdalena es apóstol de apóstoles porque fue la que proclamó, primero entre las mujeres y luego, entre los varones, su viva experiencia de que Jesús no les abandonó tras su muerte,  que..., de algún modo..., estaba con ellas y las impulsaba a continuar la misión que Él había comenzado: el Reinado de Dios y no del Mal, en la Humanidad.

Fueron, pues, las mujeres, las que corrieron para celebrar la Pascua, -a Jesús resucitado (era su expresión)-,  con los asustados y desconcertados varones... no al revés.
Es descorazonador el ver cómo esta Iglesia, Sacerdotal, está tan preocupada por la desconcertante falta de sacerdotes y no lo está, sin embargo, por la escandalosa falta de APÓSTOLES que den testimonio en la sociedad mediante una vida (en la Política, en la Economía, en la Familia...)auténticamente cristiana.

En realidad..., esta polémica del sacerdocio de la mujer..., está hoy siendo superada.
La Comunidad de Jesús... no necesita sacerdotes.
En el trasfondo de esta postura está el convencimiento de que:
  • Jesús no quiso fundar una nueva religión, y menos aún...., sacerdotal y excluyente.
  • Si la hubiera fundado, sería una religión sacerdotal a su Dios "Abba", no para sí mismo.
  • Jesús instauró un modo de ser y vivir el Judaísmo según un programa: Las Bienaventuranzas de Dios.
  • Este programa divino, asumido en el Cristianismo, puede también ser llevado a cabo en el Islamismo, en el Taoísmo, Budismo..., es decir, en toda religión del mundo porque es un proyecto humanizador... independientemente de la confesión religiosa en la que se viva.

Jesús, según los Evangelios, no nombró sacerdotes entre los miembros de su  Comunidad (eklesia en griego), ni los Apóstoles tampoco; en consecuencia, la Iglesia, comunidad de creyentes en Jesús, no tiene por qué ser sacerdotal.

Sería más adecuado que, de las distintas comunidades cristianas, surjieran PERSONAS (varones y mujeres), apóstoles de todo género... condición...., solteras..., casadas... que:
Respondiendo a una vocación de "Servicio a la Comunidad", y debidamente formadas y preparadas, instruyeran, acompañaran, y celebraran La Cena...
Estimulando  a los cristianos a "Salir al Mundo" con el espíritu sanador y humanizador de Jesús, mediante  las actividades y trabajos que les competen como ciudadanos.


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