martes, 8 de abril de 2014

FELIZ NAVIDAD y un año NUEVO



Os deseo a todos una FELIZ NAVIDAD y que el próximo año no sólo sea un... nuevo año, sino que sea un... año nuevo  auténticamente NUEVO porque:

El Niño que ha nacido en Belén se vaya haciendo grande en nuestros corazones y nos haga mejores personas, más acogedoras, más solidarias, más humanas... DIVINAS.


Por cierto: ¿No os habéis preguntado nunca quién estuvo presente, quién vio, quién fue testigo del nacimiento de Jesús para podérnoslo contar?
¿No os parece que en medio de la tragedia, soledad y miseria en que nos narra Lucas (Lc 2,1-7) todo resulta muy maravilloso, muy teatral (Lc 2, 8-20)?

Efectivamente, ninguno de los discípulos y seguidores de Jesús fueron testigos de su nacimiento: cuando conocieron a Jesús este era un hombre de unos treinta años.



La clave la tenemos en el Evangelio de Mateo que se lee hoy (Mt 1,18-25):
"... José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu esposa, porque lo concebido en ella viene del Espíritu de Dios. Dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: He aquí que la doncella ha concebido y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa Dios con nosotros) (Is 7,14)"

Mateo en su escrito no hace referencia al nacimiento de Jesús. No lo ha conocido. Pero ha conocido y ha sido conmovido por su vida de amor y solidaridad y conmocionado por la injusticia su muerte.
Tal acontecimiento..., tantas esperanzas puestas en torno a Jesús..., no han podido morir con él como un malhechor.
Dios, sin duda, estaba con él.
Esa es la fe de la comunidad de la que Mateo quiere dejar constancia.

Esta primera comunidad de Jesús era judía; y su Biblia era la Hebrea. Si Dios estaba en Jesús, tenía que tener su referencia en las Escrituras.
Y Mateo la encontró en Isaías: En la figura de UN NIÑO.

 El NIÑO simboliza la inocencia, la ternura, la fragilidad, la paz... ; pero a la vez el niño representa la esperanza, la potencialidad del futuro... la victoria sobre el mal.

Isaías es testigo en el s. VIII antes de Cristo del peligro que corre el reino de Judá: Si hace alianza con la cruel Asiria, será atacado por los vecinos reinos Siria (Aram) e Israel (Efraim); si se alía con éstos, será arrasado por Asiria (Is 7, 1-2).

El poder de la paz de la figura del NIÑO desvalido se antepone a la debilidad de la paz que los PODEROSOS de la tierra quieren imponer por las armas y la ambición.

Dos niños, hijos de Isaías, testigos de la tragedia generada por la ambición de poder, el odio y la guerra de los mayores, son signo de esperanza y de salvación (Is 7, 3-5; 8, 1-4).
La figura del niño viene, sobre todo, relacionada al Trono, a la estirpe, de David, y no ya como simples testigos, sino como Mesías pacificadores:

  • El Emmanuel, Dios con nosotros, es decir, que inmerso en el sufrimiento humano lo vencerá y que Mateo lo identifica con Jesús (Is 7,14)
  • "Un niño nos ha nacido... sobre el trono de David"... Señor de la paz sin fin (Is 9,5)
  • "Saldrá un vástago; un retoño del tronco de Jesé". Un niño que Conducirá y apacentará las fieras junto a los animales del campo (Is 11,6-9).
La narración evangélica no es, pues, un relato histórico del nacimiento de Jesús, sino la expresión de la fe de la Comunidad cristiana con fines catequéticos.


Este es el mensaje de la Navidad: 
Que Dios está en la debilidad del ser humano.




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