Sin pretender un tratamiento científico, sino, por puro devaneo acerca del tema, diría que el amor es el resultado de una serie de procesos electro-químicos en el cerebro.
Parece en principio curioso que el área cerebral del amor esté en el entorno del apetito sexual y de la adicción a las drogas. Pero pensándolo bien resulta lógico pues el amor produce los dos efectos: adicción, apego y reacciones de la sexualidad.
El amor es una reacción natural..., involuntaria..., espontánea... ante alguien cuya vista -de ahí el llamado amor a primera vista o flechazo-, o mediante su trato, produce una emoción de atracción en nosotros.
Esta emoción desencadena unas reacciones a nivel cerebral que libera una serie de sustancias que afectan a nuestro organismo tales como la aceleración del corazón, el gusto e incluso necesidad de estar con esa persona, la puesta en escena de nuestras mejores galas de nuestra condición sexual: masculinidad o femineidad -tanto en etero como en homosexuales-, el desarrollo de nuestros mejores sentimientos tales como amistad, admiración, nobleza... Y un segundo movimiento que puede ser simultáneo, o posterior, como es el deseo sexual.
Es un proceso por el que las personas se acercan, se conocen..., sienten felicidad en estar juntas..., se consideran pareja: "son la una para la otra"; y... deciden vivir juntas, incluso formar una familia.
Pero... de suyo, el amor así considerado, no tiene por sí mismo asegurado el futuro; es frágil.
El paso del tiempo -la edad y la costumbre-...; el desencanto por el mayor y mejor conocimiento de esa persona...; conocer otra..., hacen perder su emoción e incluso el interés por conservarlo.
Ello hace que el cerebro deje de activar las reacciones electro-químicas y éstas las hormonales.
La conclusión es que la relación de las personas se ve afectada: "Ya no siento lo que antes sentía"; "Ya no le quiero, ya no me quiere".
Las mismas personas, antes ilusionadas, conviven ahora por costumbre, afectadas por una rutina mortal para las emociones; perdido el romanticismo, se considera algo natural que la otra "esté" ahí...; es normal que sea como un componente más de mi entorno, un elemento más de la casa, como lo son los muebles...; se le percibe como alguien que se entromete en mi vida..., que me quita libertad, a la vez que utilitario con el que están resueltas las necesidades de la vida diaria y satisfechos los apremios sexuales, ya, sin encanto.
Incluso aquello que tan gracioso y peculiar era en la otra, ahora parece manía o mueca sin ninguna gracia y aun difícil de soportar.
Esto afecta al Matrimonio y a la vida en pareja. Si su fundamento consiste en la ilusión y emoción de este amor fisiológico, lo más probable es su fracaso.
Pero hay otro amor. Al amparo de este amor explosivo, emocional y fisiológico hay otro amor ligado a la voluntad que es una facultad exclusiva del ser Humano.
Al amparo de la voluntad, y ligada a un proyecto de vida minuciosamente estudiado y planteado que ilusiona a ambas personas, se desarrolla la fidelidad, el compromiso, la solidaridad, el servicio... el auxilio mutuo y la superación de las dificultades que se oponen a su cumplimiento.
Este amor, sustentado en un proyecto, y en la voluntad de llevarlo a cabo, mantiene la ilusión de una convivencia y cooperación y origina el mantenimiento de emociones románticas y la recreación en estas emociones.
Cada persona, a pesar del paso de los años y, precisamente por ir envejeciendo juntas, ve en la otra alguien a la que acoger con ternura..., alguien quien acepta y se refugia en esa ternura..., otra "yo" en la que, cada una, se encuentra a sí misma realizada..., a la que espera encontrar y por la que espera ser recibida.
Este amor, menos pasional -no quiere decir que esté exento de apasionamiento-, es más sólido y tiene más proyectos y visos de futuro.
Amemos a los demás, no porque se lo merezcan sino, porque somos amor.
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