martes, 8 de abril de 2014

AMOR... ¿Qué es?


Sin pretender un tratamiento científico, sino, por puro devaneo acerca del tema, diría que el amor es el resultado de una serie de procesos electro-químicos en el cerebro.

 Parece en principio curioso que el área cerebral del amor esté en el entorno del apetito sexual y de la adicción a las drogas. Pero pensándolo bien resulta lógico pues el amor produce los dos efectos: adicción, apego y reacciones de la sexualidad.

El amor es una reacción natural..., involuntaria..., espontánea... ante alguien cuya vista -de ahí el llamado amor a primera vista o flechazo-, o mediante su trato, produce una emoción de atracción en nosotros.
Esta emoción desencadena unas reacciones a nivel cerebral que libera una serie de sustancias que afectan a nuestro organismo tales como la aceleración del corazón, el gusto e incluso necesidad de estar con esa persona, la puesta en escena de nuestras mejores galas de nuestra condición sexual: masculinidad o femineidad -tanto en etero como en homosexuales-, el desarrollo de nuestros mejores sentimientos tales como amistad, admiración, nobleza... Y un segundo movimiento que puede ser simultáneo, o posterior, como es el deseo sexual.



Es un proceso por el que las personas se acercan, se conocen..., sienten felicidad en estar juntas..., se consideran pareja: "son la una para la otra"; y... deciden vivir juntas, incluso formar una familia.

Pero... de suyo, el amor así considerado, no tiene por sí mismo asegurado el futuro; es frágil.
El paso del tiempo -la edad y la costumbre-...; el desencanto por el mayor y mejor conocimiento de esa persona...; conocer otra..., hacen perder su emoción e incluso el interés por conservarlo.
Ello hace que el cerebro deje de activar las reacciones electro-químicas y éstas las hormonales.

La conclusión es que la relación de las personas se ve afectada: "Ya no siento lo que antes sentía"; "Ya no le quiero, ya no me quiere".
Las mismas personas, antes ilusionadas, conviven ahora por costumbre, afectadas por una rutina mortal para las emociones; perdido el romanticismo, se considera algo natural que la otra "esté" ahí...; es normal que sea como un componente más de mi entorno, un elemento más de la casa, como lo son los muebles...; se le percibe como alguien que se entromete en mi vida..., que me quita libertad, a la vez que utilitario con el que están resueltas las necesidades de la vida diaria y satisfechos los apremios sexuales, ya, sin encanto.
Incluso aquello que tan gracioso y peculiar era en la otra, ahora parece manía o mueca sin ninguna gracia y aun difícil de soportar.

Esto afecta al Matrimonio y a la vida en pareja. Si su fundamento consiste en la ilusión y emoción de este amor fisiológico, lo más probable es su fracaso.

Pero hay otro amor. Al amparo de este amor explosivo, emocional y fisiológico hay otro amor ligado a la voluntad que es una facultad exclusiva del ser Humano.
Al amparo de la voluntad, y ligada a un proyecto de vida minuciosamente estudiado y planteado que ilusiona a ambas personas, se desarrolla la fidelidad, el compromiso, la solidaridad, el servicio... el auxilio mutuo y la superación de las dificultades que se oponen a su cumplimiento.
Este amor, sustentado en un proyecto, y en la voluntad de llevarlo a cabo, mantiene la ilusión de una convivencia y cooperación y origina el mantenimiento de emociones románticas y la recreación en estas emociones.
Cada persona, a pesar del paso de los años y, precisamente por ir envejeciendo juntas, ve en la otra alguien a la que acoger con ternura..., alguien quien acepta y se refugia en esa ternura..., otra "yo" en la que, cada una, se encuentra a sí misma realizada..., a la que espera encontrar y por la que espera ser recibida.
Este amor, menos pasional -no quiere decir que esté exento de apasionamiento-, es más sólido y tiene más proyectos y visos de futuro.

Amemos a los demás, no porque se lo merezcan sino, porque somos amor.

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