martes, 8 de abril de 2014

SECULARIZAR la Iglesia.

Si estuviera en una entrevista con el Papa Francisco le hablaría de la necesidad de desclericalizar la Iglesia... Secularizar la Iglesia.
Volver a los orígenes de la Cristiandad más sugestiva y prolífica.

Le hablaría de cómo concibo el proceso para nuestro tiempo.
Tomaría como ejemplo los Institutos Seculares; cómo todos los miembros de la Comunidad están dedicados al apostolado y que todos son seglares, incluido el Superior de la Comunidad.
Cómo el sacerdote se ocupa de las funciones específicas de su vocación: la formación catequística y teológica de la Comunidad, de los retiros espirituales, de la liturgia..., etc.


Le diría que, de la misma manera, en cada Diócesis: 
El Obispo (etimológicamente epíscopo, epi-scopeo, supervisor) en su labor supervisora, coordinadora, estimuladora y animadora de la actividad apostólica, y como su representante legítimo, fiel a sus orígenes cristianos, no necesita ser sacerdote: puede ser  un seglar, un laico, varón o mujer, casado o no.   
El Párroco,  podría ser laico, varón o mujer, casado o no, al igual que quienes presidieron las primeras comunidades cristianas.
Obispo y Párroco no lo serían por designación de la autoridad de unas instancias externas, sino por elección de entre los miembros de la propia Comunidad.

La Comunidad, así constituida y gestionada por seglares, estimularía la responsabilidad y entusiasmo apostólico de una cristiandad viva, participativa en una Diócesis, en una Parroquia que es auténticamente suya, porque: ELLOS son la Parroquia y la Diócesis.
Serían Parroquias y Diócesis compuestas por personas más comprometidas en una vida auténticamente cristiana; más sensibles y visibles por la sociedad, su sal y su fermento hacia un estilo de vida realmente intrigante, sugestivo y atractivo que la actual Institución Sacerdotal no consigue.

Los sacerdotes estarían dedicados al servicio de la Comunidad en su ministerio meramente sacerdotal, como es: la liturgia, la predicación, la formación catequística y teológica, los ejercicios y retiros espirituales, etc.

Le diría también que en una Iglesia laica, constituida por cristianos de base, responsablemente comprometidos, se evitan los males estructurales que afectan a la actual Institución Sacerdotal:
  • Dogmatismo,  Autoritarismo, Monarquismo, Sentimiento de Propiedad, (MI diócesis; MI parroquia). 
  • Que todo venga programado desde la autoridad competente y donde la iniciativa privada es algo extraño al sistema y tiene difícil viabilidad, máxime si viene desde el laicado.
  • Carencia de vocaciones, no sólo al sacerdocio sino, de los mismos cristianos al apostolado y a un estilo de vida Jesuano.
  • Considerar a los laicos como meros fieles sumisos a sus pastores, a la autoridad...; "clase de tropa" educada en una sumisión que nos ha llevado al conformismo..., a una especie de dependencia, de descompromiso, de minoría de edad, de incapacidad para actuar y tomar decisiones desde la fe con responsabilidad y libertad adultas. 
  • Desafección, y distanciamiento de la masa cristiana respecto a la Iglesia incluso en instancias más cercanas como la Diócesis y la Parroquia.
  • Falta de compromiso respecto al mantenimiento económico de una Institución que aparece autogestionaria y ostentosa a la que gran parte considera rica. Pero en la realidad falta de medios para desarrollar su labor social; viéndose en la necesidad de ayuda del Estado; perdiendo autonomia; y dando la mala sensación de hacer negocios con el Estado mediante sus obras sociales.
  • Convencimiento de que ni la Iglesia, ni la Diócesis, ni la Parroquia es nuestra... sino de los curas.

Me animaría a decirle que una Iglesia secular o laica sería muy distinta de la Sacerdotal y Monárquica excesivamente controladora y dirigista como la presente:
En la que ni los mismos sacerdotes o Consejos de Pastoral se atreven a continuar una buena actividad programada por un Obispo si no es del agrado del siguiente.
En la que Obispos que, no siendo simpatizantes de ciertos movimientos apostólicos de base, han suprimido labores aprobadas por su predecesor. 
En la que algún párroco ha suprimido actividades con niños porque no soportan el jaleo de los críos.
En la que se producen abusos de poder sobre las personas y las cosas al amparo del silencio o disimulo de una Jerarquía excesivamente preocupada por no ver manchado su prestigio y poder.

Pero que, sin embargo, este análisis no agota las causas del descrédito de la Iglesia.
Tengamos en cuenta que:
El grueso de la Iglesia lo conformamos los laicos. 
Los laicos somos también responsables de que nuestra falta de autenticidad de vida cristiana nos haya llevado a ser invisibles en la sociedad y desprestigiados porque lo que predicamos con la boca desdecimos con un estilo de vida más mediocre y vulgar que el de muchos que no tienen Fe.
Al estar educados en la seguridad de una Institución que todo lo ordena; y en la conciencia de haber sido salvados por Dios a través de los Sacramentos Sacerdotales de la Iglesia, carecemos del estímulo del compromiso apostólico, de ser luz, fermento y sal en una sociedad escasa de valores.

Le expondría que el remedio de muchos de los males lo veo en secularizar la Iglesia.
Secularizar la Iglesia no es solamente consentir que los seglares sean monitores, lectores, administradores de la Comunión... o que presidan Liturgias de la Lectura de la Palabra; si no es mas que ésto sería, más bien, clericalizar los laicos.
Secularizar la Iglesia sería que, además, los seglares asumieran todas las responsabilidades que hoy recaen en una Jerarquía Sacerdotal.
Secularizar la Iglesia sería atribuir a la responsabilidad de los sacerdotes (si ha de haberlos) los menesteres propios de su condición sacerdotal: el cuidado espiritual de la Comunidad, su formación catequística y teológica, el Culto. Recordemos que en sus orígenes el cristianismo no era una nueva religión sacerdotal

Los laicos de una Iglesia seglar: 
Tendríamos conciencia de Comunidad, sentido de pertenencia e identificación con ella porque nosotros somos la Comunidad. Me lo confirma el ejemplo del sentimiento, relación y compromiso de padres y alumnos con el espíritu y actividades de colegios religiosos y de Institutos Seculares.

Estaríamos más estimulados a salir de la mediocridad de vida que nos caracteriza en la actual Institución Sacerdotal. 

Dejaríamos de ser considerados "clase de tropa" para, ser "Acies", es decir: "ejército en batalla", presentes en la sociedad con el espíritu de "acción-oración" de Jesús, siendo contemplativos en la acción, "escándalo" y estímulo en la sociedad por nuestro ejemplo de solidaridad, de servicio, por los que el Amor de Dios se haría realidad.

Nos responsabilizaríamos económica y personalmente, con olfato, ilusión e iniciativa propia en las actividades apostólicas de la Parroquia y de la Diócesis que una sociedad como la nuestra demanda.

La presidencia y representación de la Parroquia y de la Diócesis recaería en personas seglares elegidas (con carácter temporal) entre la Comunidad; serían las animadoras, coordinadoras y, sin menoscabo de su propia iniciativa apostólica, perfectamente informadas de todas las iniciativas, proyectos y actividades de su Comunidad, independientemente de que sean, o no, de su agrado, si el Consejo Diocesano o Parroquial da su aprobación.

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