miércoles, 16 de mayo de 2018

Bendito NACIONALISMO IMPERIALISTA... maldito EL SEPARATISTA.

No hace falta ser experto historiador, sociólogo o moralista para concluir que el nacionalismo separatista no es una enfermedad social, ni la perversidad de una sociedad.

Cualquier persona, libre de prejuicios, puede dar razón de que es una consecuencia:
Es la reacción a una acción considerada ilegítima.
Violentadora del Orden natural de un País, de su Identidad, de su Libertad, de sus Instituciones.
Para someterlo a la voluntad, a la identidad y a las instituciones del invasor.

El detonante del conflicto es una ACCIÓN INVASIVA.

El Orden Natural original, queda, así, violentado por un nuevo Orden Establecido:

La Unidad Indivisible de la Patria.
Unidad ilícita, pero, legalizada y disfrazada de pacto, no con las Instituciones Originales, sino con las impuetas: Por el poder de la fuerza, o la fuerza del poder; como se quiera.

Ilicitud que se impondrá como Ley y Orden, fundamento de "concordia" y de "bienestar".
Con las bendiciones de sus instituciones políticas, militares, jurídicas, sociales y eclesiales.

Originando una reacción defensiva; que, siendo ineficaz:
Con el tiempo, genera un sentimiento nacionalista que:
Mantenido a lo largo de generaciones, llega a un deseo separatista.

Sin embargo será, por el contrario, el nacionalismo separatista el perseguido el condenado como antidemocrático, ilegal, desorden, causante de división, sembrador de discordia y destructor de la paz... etc, etc, etc.
Y sus instituciones políticas, sociales y eclesiales, en cuanto defensoras de su identidad y derechos, como reaccionarias.

AMEN. ¡¡¡Ole morena...!!!

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