lunes, 19 de febrero de 2018

INCORPORACIÓN DE NAVARRA A EUSKADI (Confederal)

En la Comunidad Autónoma de Euskadi, incluso en los Territorios hoy franceses, es familiar el grito o eslogan de "Todos somos Navarra".

La aspiración y objetivo del sentimiento nacionalista vasco, que es lo mismo que decir navarro, es que la unidad que supone el ámbito cultural Euskalherria, se haga un día realidad en el ámbito político.
Pesa como una losa y baldón histórico la ruptura de Vascongadas con el Reino de Navarra en 1200, lo que condicionó, junto a la Conquista de Navarra, toda nuestra Historia, aunque el sentimiento de pertenencia a una cultura singular haya actuado a modo de cordón umbilical que vivifica una corporatividad y singularidad respecto a los pueblos y estados del entorno.

Esa corporatividad y singularidad, hoy llamada Foral, se materializa a lo largo de los siglos y de la Historia en un estatus político singular:

EL PACTO.
Nuestra convivencia Vasco-Navarra actual en el Estado español, aun consideradas dos Comunidades distintas, se fundamenta y está condicionada al respeto del estatus que nos caracteriza e identifica: el Régimen Foral.
Régimen Pactado con el Estado, hoy representado por el último rescoldo de soberanía que hemos podido salvar: El Convenio y Concierto Económico-administrativo y el Código Civil de Navarra y del PaísVasco.

Incorporación de Navarra a Euskadi.
Es Navarra el Estado primigenio de los actuales Territorios Forales. No es, pues, de extrañar la aspiración de volver a recuperar la unidad e identidad política Vasco-Navarra.
Sin embargo, la "incorporación de Navarra" puede ser malinterpretada como si de una anexión se tratara.
La Incorporación, por el contrario, reconocería la ejemonía originaria de Navarra como Estado que nunca debió dejar de ser y se vería adornado con la capitalidad que por su rango le corresponde.

El equívoco viene dado por los condicionamientos en que se fraguó el Pacto del Nacionalismo con el Estado y la redacción de la Disposiciónn Adicional Cuarta de la Constitución de 1978:

Navarra, gobernada por una UCD en cuyo seno se veía con buenos ojos una Comunidad Vasco-Navarra unida, sufrió una escisión de la que nació UPN absolutamente opuesta y partidaria irreconciliable de una identidad Navarra española y diferenciada.
Así, el Pacto de unión a España lo hizo en solitario negociando un "Amejoramiento del Fuero" en base a aquella Ley Paccionada de 1841 que convirtió Navarra de Reino en Provincia Foral.

Euskadi, en base a la condición Foral de sus Territorios y de su condición autonómica durante la República, accede directamente a la Autonomía por el artículo 151 con un alto nivel de competencias.
En consecuencia, ostenta dos estructuras distintas y complementarias:

  • Unas instituciones comunes en cuanto Comunidad Autónoma (Parlamento y Gobierno)
  • Unas Instituciones Forales en cada Territorio (Juntas Generales y Diputaciones Forales)
Una dicotomia para mí incomprensible, pues creo que el Parlamento y el Gobierno debieran emanar de unos Territorios e Instituciones Forales y ser también Forales.
Constituye un nuevo y magno Contrafuero que el Estado establezca instituciones de gobierno con competencias delegadas de carácter autonómico en un Territorio Foral: produce choques, desencuentros y duplicidades lamentables e innecesarias.

Restauracion del REINO DE NAVARRA.
Visto lo expuesto, no es de extrañar que el Nacionalismo Vasco de Navarra y Euskadi en contraposición al irreconciliable españolismo de UPN propusiera arrancar Navarra y proponer dejar una puerta constitucional abierta a que Navarra pudiera optar por su unión al resto del País Vasco, a EUSKALHERRIA concebido y entendido como futuro y moderno Reino o República de Navarra.

Es a Navarra a quien corresponde aglutinar y liderar, de nuevo, el resto del País.
Esto requiere de una cuidada y alta (por su historicidad, no politiqueo) pedagogía.

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